miércoles, 26 de octubre de 2011

FRASES Y DICHOS POPULARES

Os dejamos unos ejemplos de frases y dichos populares. Léelo y seguro que te sorprende.
PELILLOS AL MAR
Desde tiempos remotos, el hecho de arrancarse algunos pelos de la cabeza y arrojarlos al viento ha tenido un significado de reconciliación, ya que así la hacían los griegos del período clásico (se lo menciona en la "Iliada", de Homero durante las ceremonias del rapado de corderos y el aventado de sus pelos).
Y aún hoy lo hacen, por ejemplo, los niños andaluces cuando quieren sellar sus diferencias: ponen los pelos en la palma de la mano y, soplando, exclaman: "Pelitos a la mar", en alusión a que el viento habría de llevarse también las disputas hacia el inmenso mar, lo mismo que se llevaba los pelitos.
Trasladada al lenguaje común, la frase mantiene su primitivo significado y se la usa para allanar diferencias.

IR DE PUNTA EN BLANCO
(In full armor)
Esta expresión, que en la actualidad solemos utilizar para elogiar la elegancia y pulcritud de la vestimenta de alguna persona, tiene su origen en los antiguos usos de la caballería.
En ese tiempo, en cambio, el dicho se aplicaba a los caballeros que solían llevar todas las armas del arnés desnudas y listas para el combate y como estas eran de acero bruñido, centelleaban al sol con una blancura resplandeciente, es decir, los caballeros iban de punta en blanco.
Esta expresión es la misma que da origen a la frase armas blancas, aludiendo a que son cortantes, en contraposición con las llamadas armas negras, que eran las que se utilizaban en la práctica de la esgrima y que no eran cortantes ni punzantes; asimismo, eran también llamadas armas negras las que permanecían envainadas.
Por analogía, con el correr del tiempo, el modismo ir de punta en blanco vino a aplicarse también al acto de vestir suntuariamente -ya sea de uniforme o etiqueta- y con el máximo esmero, tal como lo hacen en la actualidad muchas personas

DAR GATO POR LIEBRE
(Pig in a poke)
Si hay algo que ha mantenido la tradición con el paso de los siglos, es, sin duda, la mala fama de las posadas, hosterías y fondas, respecto de la calidad de sus comidas.
La literatura universal está llena de alusiones, muchas de ellas irónicas, acerca del valor de los alimentos ofrecidos en ellas.
Y era tanto el descrédito de estos lugares, que llegó a hacerse usual entre los comensales la práctica de un conjuro, previo a la degustación, en el que aquellos, parados frente a la carne recién asada, recitaban:
Si eres cabrito, manténte frito;
si eres gato, salta al plato.
Por supuesto, este "exorcismo" nunca sirvió para demostrar la veracidad de la fama de la posada, pero dio origen a la expresión dar gato por liebre, que con el tiempo se incorporó al lenguaje popular como equivalente de engaño malicioso por el que se da alguna cosa de inferior calidad, bajo la apariencia de legitimidad.

DAR LA LATA
Son muchas las versiones que circulan respecto de la procedencia del dicho, aunque todo induce a creer que proviene -por imitación- de los antiguos dichos dar la tabarra o dar la murga, con los que se daba a entender el fastidio ocasionado por alguien que golpea instrumentos de percusión tales como zambombas, palos y cencerros, para festejar las segundas nupcias de una viuda o de un viudo.
Posiblemente, al aparecer en el mercado la hoja de lata (luego, hojalata) como producto de uso común, los recipientes vacíos de ese material fueron incorporados al equipo sonoro de las "cencerradas".
De manera que la expresión dar la lata, o sea, percutir sobre ella, no hizo más que extender el concepto tradicional de dar la murga.
También se ha documentado que la frase podría provenir de la ciudad de Málaga, en cuya cárcel los presos solían comprar una lata de mosto condimentado con sobras de vino, licores y aguardientes que al ser bebidos, provocaban en los detenidos una intensa borrachera y, como consecuencia, un deseo incontenible de hablar.
El uso popular, sin embargo, le ha adjudicado al dicho el significado de fastidio causado por cualquier inoportuna insistencia, aunque entre nosotros se lo aplica lisa y llanamente a quien posee la característica de hablar por demás.

METERSE EN CAMISA DE ONCE VARAS
(To bite off more than one can chew)
La locución tuvo su origen en el ritual de adopción de un niño, en la Edad Media.
El padre adoptante debía meter al niño adoptado dentro de una manga muy holgada de una camisa de gran tamaño tejida al efecto, sacando al pequeño por la cabeza o cuello de la prenda. Una vez recuperado el niño, el padre le daba un fuerte beso en la frente como prueba de su paternidad aceptada.
La vara (835,9 mm) era una barra de madera o metal que servía para medir cualquier cosa y la alusión a las once varas es para exagerar la dimensión de la camisa que, si bien era grande, no podía medir tanto como once varas (serían más de nueve metros).
La expresión meterse en camisa de once varas se aplica para advertir sobre la inconveniencia de complicarse innecesariamente la vida.

SE ARMÓ LA GORDA
(There was a great hullabaloo)
La Revolución Unionista de 1868, a causa de la cual la reina Isabel II se vio forzada a abandonar el poder, vino precedida de un insistente rumor callejero, en el que utilizando la muy castiza expresión de la Gorda, se proclamaba a los cuatro vientos la inevitabilidad de los acontecimientos.
Es decir, la gente aludía a la Gorda como un hecho consumado, como una cosa ya hecha: la Gorda ya está en camino... se va armar la Gorda... hasta que, finalmente, en septiembre de ese año, verdaderamente, se armó la Gorda con el pronunciamiento militar del marino Juan Bautista Topete y Carballo en Cádiz y de Primo de Rivera en Madrid.
Históricamente, el hecho tomó el ostentoso nombre de La Gloriosa, pero su duración fue efímera; no así el castizo alias que el pueblo le adjudicó: La Gorda, expresión que luego extendió su uso al lenguaje familiar, cuando alguien quiere referirse a cierto hecho ruidoso o de mucha trascendencia, o bien ante una situación de extrema gravedad.

¡VIVA LA PEPA!
La historia nos cuenta que la primera constitución española fue jurada en la ciudad de Cádiz en el año 1812. Pero dos años después, cuando se restableció el absolutismo, el rey Fernando VII la abolió, ayudado en gran medida por los Cien Mil Hijos de San Luis, nombre dado al ejército francés comandado por el duque de Angulema.
Pero la abolición de la Carta Magna no sólo suspendió su vigencia, sino que quedó terminantemente prohibida la sola mención de su nombre, por lo que los liberales no podían utilizar su tradicional grito de ¡Viva la Constitución!
Lejos de someterse a esa medida arbitraria, los partidarios de la constitución encontraron la forma de referirse a ella, sin necesidad de mencionarla: como había sido promulgada el día 19 de marzo -festividad de San José-, la bautizaron La Pepa (recuérdese que Pepe es el hipocorístico o diminutivo cariñoso de José) y así fue como surgió el grito de ¡Viva la Pepa! para reemplazar el de ¡Viva la Constitución!, considerado entonces subversivo.
Por supuesto, con el correr del tiempo la expresión habría de perder toda intención política para pasar a significar desenfado, regocijo y alboroto, tal como lo utilizamos actualmente, sobre todo para dar a entender que en algún lugar reina un total y completo desorden.

QUIÉN TE HA VISTO
Y QUIÉN TE VE

Según cuenta el obispo de Mondoñedo, fray Antonio de Guevara, en tiempos de las revueltas de las Comunidades de Castilla había en un pueblo de Ávila un clérigo de origen vasco, partidario y ferviente defensor del líder de la revuelta Juan de Padilla, a quien señalaba desde el púlpito como "verdadero rey de Castilla, y no el tirano que ahora nos gobierna".
Pero resultó que, una vez, el propio rebelde Juan de Padilla apareció con sus tropas y, tal como era la costumbre de la época, devastó las bodegas del lugar para abastecer a sus huestes.
Una vez que se fue, el clérigo del lugar subió de nuevo al púlpito y habló al pueblo, pero ahora con un mensaje distinto, diciendo "habéis visto cómo pasó por aquí don Juan de Padilla y cómo sus soldados no me dejaron gallina viva, no tocino, ni estaca, ni tinaja sana. Os digo esto porque, de aquí en adelante, no deberéis rogar a Dios por él, sino por el rey don Carlos y la reina doña Juana, únicos reyes verdaderos...".
Como es de suponer, la gente comenzó a aplicar la frase ¡quién te ha visto y quién te ve! para referirse al sentimiento que despierta una persona que en un tiempo fue pujante, feliz, sana o rica y ahora se encuentra débil, triste, enferma o pobre.

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